lunes, 20 de febrero de 2012

Capítulo LV. Tengo hambre (V). Donde el autor nos muestra el cada día. O de cómo entre cuatro rigen los destinos de millones, sin sonrojos ni vergüenzas. Sin sonrojos, porque sus caras, duras como la piedra, no aciertan a colorearse. Sin vergüenzas, porque son auténticos sinvergüenzas.

A veces la indignación no deja llorar.
¿Se puede decir más claro?

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