domingo, 16 de marzo de 2014

Capítulo 946. "Arderá en el infierno"

Para Salamancartv.com
Adiós al cardenal.

Entre chato y chato oímos en la tele algo sobre el arzobispo Blázquez y el cardenal Rouco. Hablaban del relevo en la conferencia episcopal, y de la iglesia católica. Más que debate, surgieron chascarrillos, bromas y jocosidades.

Emilio, el camarero, más devoto de la barra que del reclinatorio, comentó: “Menudo pájaro éste, y eso que le ha echado un par de huevos y ha dicho siempre lo que quería”.

Alberto, que hacía tiempo que no asistía a nuestras tertulias, respondió: “Es una pena que a éste lo hayan jubilado por la edad y no por su forma de pensar”. Y la mayoría de nosotros asentimos.

Aurora, mientras acababa con el último trozo de jeta, apostilló “Es un adelantado a su tiempo: se ha anticipado a lo que nos espera cuando el mundo vuelva a las cavernas después de la tercera guerra mundial”. Nos reímos.

Éste sobrevivirá fijo”, dijo Mario, y Emilio le interrumpió: no quería que siguiese hablando de los bichos que resistirán el holocausto nuclear.

El ambiente era agradable, así que Emilio rellenó los vasos. “La casa invita” y seguimos riendo. Desde mi rincón comenté que es un mal hombre, que es incisivo  con la palabra, pero falso con el cumplimiento de cuanto predica. Dije que odio su incongruencia y que me aterra su discurso moralizante sólo en la apariencia.

Fue Aurora quien aseguró: “Ése arderá en el infierno”. Yo le respondí “Juro que a partir de hoy me voy a portar bien para no coincidir con él allí”. Y la idea de pasar la eternidad con un personaje como éste me sugirió el auténtico infierno: a su lado, el conjunto de males sin mezcla de bien alguno, se me antojaba cierto, desalentador, amenazante, cruel.

Aquel día, el vino que nos sirvió Emilio me supo a gloria, sin necesidad de consagraciones.

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