Que se les caiga la cara de vergüenza
y la atropelle un camión.
Que se les caiga la cara de vergüenza
y pase una apisonadora por encima.
Que se les caiga la cara de vergüenza
y vaya a dar con sus huesos en la cloaca.
Que se les caiga la cara de vergüenza
y la aguijonee un alacrán...
Entonces comprobaremos
que ni camiones, ni apisonadoras,
ni cloacas, ni escorpiones...
pueden mellar la caradura
que poseen.
Aun así deseo que se les caiga la cara de vergüenza
para no verla más,
para no sentir que me miran,
para no saber que, cada vez que me ve,
se ríen de mí en mi cara
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