Sexta entrega de artículos para la sección "La casa invita", opinión en salamancartv.com |
Corrupción en
Andalucía.
Anda feliz Emilio, el camarero, con cuanto ocurre en
Andalucía: que si los falsos EREs; que si la UGT cargada de facturas mentirosas,
cursos fraudulentos, mariscadas y carteras de imitación cosidas en Asia con
sangre de niños esclavos. Nos sirve los vinos con sonrisa de medio lado, como
si nos perdonara la vida en cada gota. Nos dice que por fin la izquierda
muestra su verdadera cara, y vuelve a sonreír.
Guardo silencio, porque sé que tiene razón. A la izquierda
se le ve el plumero. El plumero de la tibieza, del miedo, de la indecisión. A
la izquierda se le ve el plumero del cacique que lleva décadas gobernando con
mayoría absoluta, entendiendo que territorios enteros son cortijos con carteles
de “PP” (“Propiedad del PSOE”)
colgados a la puerta. A la izquierda se le ve el plumero de quien, sabiendo lo
que pasaba, decidió mirar hacia otro lado.
Bebo el vino y me sabe amargo. Amargo, porque sé que me
traiciono en el decir. He llamado izquierda a lo que es poder, y el poder jamás
será de izquierdas. He llamado izquierda a quienes no están reaccionando, a
cuantos no mandan a los suyos a los tribunales, no sé si por falsa lealtad o
por miedo a lo que puedan cantar.
Se me antoja Bárcenas afiliado a esa UGT, se me representan
Cristina y Urdangarín militando en ese PSOE, se me aparecen en sueños los Fabra
y los Julián Muñoz, los Camps y las Barberá con el puño de la corrupción en
alto. Junto a ellos, Rubalcabas gritando que renace un nuevo PSOE, y Cándidos,
más cándidos que nunca, afirmando que investigarán el caso.
¡El “caso”! Cambio
el orden de las letras y me da “asco”
y “saco”. Saco que emplean para
guardar el dinero robado. Saco que me sobra, como me sobran los sobres que sacó
el del otro caso. ¡Qué asco!
Hoy no invita la casa. Hoy pago yo otra ronda y pido a
Emilio que se sirva un vino. Ha sido capaz de destapar nuestras vergüenzas y
eso tiene premio. No le replico con el “Y
vosotros más”. No le replico, porque no me identifico con esa izquierda de Andalucía
y rechazo acercarme a ellos incluso a través de las comparaciones.
Me entran ganas de participar en la ocupación pacífica de
alguna finca para sentirme al lado de los sindicalistas y saberme libre de
sospecha.
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