11ª Entrega de artículos y chistes para salamancartv.com |
¡Ía ía ía, abajo la
monarquía!
Disfrutábamos de una ronda, cortesía de la casa para
celebrar el año nuevo, cuando salió el tema de la monarquía, los republicanos y
los juancarlistas. Es que Mario, socialista de toda la vida y juancarlista
desde hace años, anda hecho un lío porque no sabe si continuar venerando a su
majestad o mandarle a freír espárragos.
La conversación la monopolizó él y los demás escuchamos
apostillando o poniendo en la mesa nuevos puntos de vista. A fin de cuentas,
más que un debate Mario buscaba ordenar sus ideas y poner fin al caos que se
arrebuja en su cerebro.
Surgió el 23-F y el papel de la realeza. El realismo cedió
al relativismo. Realmente nadie sabe qué ocurrió y hay tantas lagunas que
Machado podría haber cantado a ésta sabiendo que es más negra que la soriana. “Ya, pero el rey, la tele, el discurso…”
Cedimos con la boca pequeña. 1-0 para los juancarlistas.
Salieron las cuentas opacas, las fortunas, los coches y los
barcos, las vacaciones en las islas, el esquí y el hambre de su pueblo. “Eso es populismo”, denunció Emilio, el
camarero, “populismo barato”. “No tiene nada de barato –dije yo- que nos sale del alma a los ciudadanos”.
Juancarlista 1, republicanos 1.
“¿Urdangarín?” La
carcajada fue sonada. Nekane, entre risas, musitó: “Gana la república por goleada”. Hablamos del papel de la infanta
haciéndose pasar por tonta para que no se note que es listilla, y comentamos la
“irresponsabilidad” de su padre que, sabiéndolo todo, se convirtió en cómplice
mudo, ciego y sordo.
Los vasos fueron rellenados mientras el hilo musical nos
torturaba con una nueva tanda de villancicos. Comenzaron las deserciones y las
retiradas. Saqué el tema de las comisiones por cada barril de petróleo, las
cacerías, el poder fáctico de Corina… Emilio habló del papel conciliador de su
majestad y de su carisma. “El carisma
–dije- lo tiene en la cadera, tantas
veces operado que ya no se sabe si es hueso o prótesis”.
Supongo que los juancarlista siguieron siendo juancarlistas.
Imagino que cuando muera su majestad (o cuando abdique) algunos se empeñarán en
ser felipistas. Tendremos entonces que rezar para que el nuevo no salga como el
IV, al que llamaban “el pasmao”; que
no nos salga listo, como su hermana; ni ciego, sordo o mudo, como su padre. Claro,
que puestos a elegir, me quedo en que no nos salga: que con su padre muera la
monarquía y eso nos ahorramos todos.
Me fui a casa tarareando: “Ía ía ía, fuera la monarquía”.
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