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Los sobresueldos de
Aznar.
Una mosca diminuta, una de tantas que han nacido con el
verano adelantado de la semana pasada, trató de bañarse en el vaso de Aurora.
Naufragó. Mientras nos reíamos con el hecho, surgieron toda clase de
comentarios… que si versos de Machado, que si las moscas van a la mierda, que
si la calidad del vino de Emilio… Y surgió la trifulca.
Emilio, el camarero, no tenía un buen día, ¿qué culpa
tendremos los demás? Y se hizo el ofendido: “que si piensa el ladrón que todos son de su condición”, “que si el que lo dice lo es”, y así,
entre frase infantil e improperio pueril, nos fuimos calentando.
Salió a la palestra la política, como siempre surge en estos
casos. De las moscas y la mierda pasamos a hablar de los EREs en Andalucía, de
los Cursos de Formación en Madrid, de Bárcenas, de Aznar.
¿Aznar? ¿Qué tiene que ver Aznar con todo esto?, pregunté a
Mariano, que acababa de citar al expresidente. “¡Ese es el problema! Que todo el mundo parece ignorar que un juez acaba
de confirmar que cobró sobresueldos cuando era presidente del gobierno. Y no
pasa nada. Hasta El País, periódico contra el que se había querellado, lo dice
de soslayo, con la boca chica. Es el todo vale, es la mosca que cae en el vino,
pero siempre en nuestro vaso”.
Esa última metáfora me gustó, pero no la comparto. No la
comparto, porque de ser cierto que Aznar es la mosca, de ser cierto que las
moscas van a la mierda, la mierda seríamos nosotros. Y, en todo caso, sería lo
contrario. Además, en la vida real nunca muere la mosca, morimos los que
estamos a su lado. O, mejor dicho, morimos de hambre, de pena, de desahucio,
aquellos a los que nos sitúan por debajo de la mosca. Es decir, tú y yo. Tu
padre y el mío.
España es mundo de moscones, mundo de Aznares.
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