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La estafa del ébola.
Ayer invité a Emilio a un cubata. Pronunció uno de los
mejores monólogos que he oído acerca del ébola. Lástima de grabadora. Sé que
tengo una en el móvil, pero nunca me acuerdo de ella. En fin… Más o menos vino
a decir… Algo como…
“¿Dónde se ha visto que una enfermedad nazca de la nada? ¿Desde cuándo
los virus crecen como los champiñones? Ya sabes que yo de estas cosas no
entiendo, pero a mí no me quita nadie de la cabeza que el ébola es un invento
humano y muy humano. Y, como estoy convencido de ello, sólo me caben dos opciones:
·
A alguien
se le escapó de las manos…
·
Algún
desaprensivo lo ha usado para forrarse con el negocio farmacéutico.
Pobre hombre ese que ha muerto en Madrid. El cura ese, ¿sabes quién te
digo? Pobre hombre, pero no me negarás que han hecho un circo… Nos toman el
pelo, Fernando, nos toman el pelo.
Que si máscaras de última generación, que si lo queman todo, que si la autopsia…
Allí dejamos que se contaminen sin más y aquí gastamos lo que no está escrito
en un solo caso. ¿Cuánta gente podría haberse curado allí con lo que nos ha
costado el traslado, la habitación, los trajes, etc.? ¿Cuánta? Pero allí no
interesa. Son negros y, en el fondo, los negros nos la traen al pairo.
Prevención e inversión allí. Y que dejemos de robarles tanto.
Yo no le tengo miedo a los chinos ni a los moros ¿sabes? Ni a los moros,
por muy Yihad que sean. Le tengo miedo a los pobres, a los hambrientos… Porque
en cuanto se den cuenta de que son mayoría, nos comen vivos. Acuérdate de lo
que te digo: nos comen vivos.”
No pudo seguir hablando, un cliente le requirió para que le
sirviera una jarra de cerveza bien fría. Después, al cierre, solos, le invité a
un cubata. Hacía meses que no le escuchaba algo tan sensato, algo con lo que yo
también comulgase.
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