Nos vendieron imágenes bañadas en purpurina dorada haciéndolas pasar por oro. Y nosotros, pobres necios, las compramos.
Nos hicieron ver el renacer de la naturaleza en plantones de plástico y alambre. Y nosotros, estúpidos ignorantes, los regamos.
Cuando quisimos despertar ya era tarde. Sus poltronas volvían a estar ocupadas por aquellos que nos habían arruinado, por aquellos que nos habían destrozado.
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