Se desangra Grecia en nuestra presencia. Agoniza a nuestro lado. La dejamos desfallecer sin darnos cuenta de que lo suyo es contagioso, que la voracidad de los mercados acabará infectándonos a todos, que podemos ser los siguientes en esta guerra entre la cordura y egoísmo.
El capital da un paso de gigante. La solidaridad trata de huir con zancadas de enano.
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