Viñeta y artículo para http://salamancartvaldia.es/ |
- “¡Ponnos un platito
de aceitunas negras!”, pidió Alberto, quizás para que el aperitivo
estuviese acorde con el tema de la conversación. Y es que la actualidad nos
llevó a hablar del humor negro, de los negros fiscales que tiñen la justicia de
negro y del negro panorama que se nos viene encima con tanto cuervo disfrazado
de gaviota.
Reconozco que al hablar de humor, muchos ojos se dirigieron
a mí, y me tocó dar mi parecer en un tema del que no me apetecía mucho hablar,
porque es una de esas cuestiones que nacieron para despistarnos, para adulterar
el pulso de la calle, para crear opinión en contra de lo que la gente siente (y
tiene derecho a sentir).
Que una persona, sea concejal o no, escriba los chistes que
escribió Zapata, es una estupidez total, y dice mucho de quien los plasma en
público o los cuenta en corrillos de amigos.
Que se deba inhabilitar a alguien por escribirlos, es más
descabellado aún que el hacerse eco de las aberraciones humorísticas.
Que alguien abra diligencias penales por ello, no es ni
estúpido, ni aberrante. Es desleal hacia la Justicia, demasiado saturada como
para entretenerla con estas tonterías. Es deshonesto hacia los ciudadanos, que
ya estamos suficientemente emponzoñados económicamente como para derrochar
recursos y euros en tales majaderías. Es humillante para un sistema
democrático, en manos de cuatro mequetrefes que usan las instituciones en su
propio beneficio.
Zapata fue un necio. Lo de la fiscalía, en cambio, merece
apelativos más severos, que no voy a plasmar por escrito porque mi sentido de
la estética me lo impide. ¡Ah, y que nadie lo confunda con miedo a una Ley
Mordaza, obra de tiburones, que apesta como patata podrida!
“¡Ponle una jarra a
Saldaña!” Pidió Alberto, conforme con mi soliloquio. Yo la agradecí y me la
bebí a la salud del Juez Pedraz.
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