Algunos no han robado más, porque no tenían manos suficientes. Su entorno es hoy un inmenso charco de babas, babas que se les han caído con sólo imaginar sus brazos multiplicados, sus manos llenas con el dinero que nos roban, con el dinero que les hace ser más ricos, más fuertes, más despreciables.
¡A cuantos me imagino multiplicando sus extremidades superiores!
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