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Mientras comíamos unas patatas bravas, masticábamos el
ambiente previo a las elecciones que se respira en las tertulias del bar de
Emilio:
- El camarero, con su crisis de conciencia sin saber si “poner los cuernos“ al PP por primera vez en su vida y votar a Ciudadanos.
- Nekane, indignada porque Rajoy ha comparecido ante la prensa en esta semana más veces, que en los cuatro últimos años.
- Yo, asqueado al ver cómo el gobierno nos vende que, lejos de haber roto un plato en su vida, nos ha regalado una vajilla entera a cada español.
Es el momento, digo yo, de hacer balance, de recordar y no
dejarnos seducir por cantos de hipopótamos, por mucho que se hagan pasar por
sirenas.
Es el momento de tener presentes los recortes, los miles de
ciudadanos que perdieron las cartillas sanitarias, los medicamentos que no
fueron dispensados porque eran “caros”, las becas que se han caído en el
camino, las ayudas a la banca que jamás han sido devueltas… Las lágrimas de los
empobrecidos y las risas de los corruptos.
Después, con todo eso en la memoria, vete a votar si quieres
pero estudia muy bien a quién le regalas tu papeleta, porque en ese trozo de
papel impreso se pueden esconder amarguras o felicidades, tristezas o cariños.
Yo seguiré hablando de pena, de padecimiento, de
podredumbre, de penurias y penumbras. Y seguiré pensando que todas esas
palabras empiezan por P, como por P comienza el Partido Popular.
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