El problema catalán arrojó una palada de olvido sobre el drama de los refugiados.
El yihadismo cubrió aún más el tema, que prácticamente desapareció de los medios de comunicación.
Las elecciones han hecho el resto. Ya nadie hala de las miles de personas que pasan hambre y frío, que vagan de un país a otro sin encontrar hogar ni comprensión.
Menos mal que España ya ha acogido a doce refugiados. Casi, casi, resolvemos el problema.
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