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Un pobre ludópata se deja el dinero que no tiene en la
tragaperras que hay junto al ventanal. Muchas veces le hemos pedido a Emilio
que retire las máquinas, pero al economía es la economía y siguen formando
parte necesaria del sueldo y del bar.
Mientras comentamos la adicción del habitual, escuchamos
diatribas de Alfonso Guerra contra la nueva izquierda. Se nos vienen, entonces,
a la memoria, sus gestos de retador de añtaño, su camisa de pana, su ser
descamisado, su acudir sin corbata en ocasiones. Junto a González, era icono de
rebeldía, de cambio. Eran promesa de creación de un mundo soñado que anidó en
millones de cabezas, y fue asesinado en las suyas.
Quizás sea cierto que el gobierno cambia a la gente. Quizás
sea cierto que los que mandan de verdad nunca permitirán que un Presidente
revolucione economías, aniquile desigualdades. ¡Qué sé yo!
Veo ahora a ese Dúo Sacapuntas formado por González y Guerra
y trato de recordarlos cuando querían cambiar el mundo. ¡Qué pronto
descubrieron que el mundo rota, como las puertas rotatorias! ¡Qué rápido se
acostumbraron a la traslación del mundo, como se trasladan los capitales de uno
a otro país!
No, no cambiaron el mundo, cambiaron ellos.
Hoy me alegro de tener cierto complejo de Peter Pan. Si
hubiese crecido como ellos, si hubiese envejecido con ellos, hoy, quizás, diría
las mismas estupideces que die Guerra en la tele.
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