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Se ha enfadado Emilio, el camarero, con Cristina Cifuentes.
La economía del bar lleva años sin levantar cabeza, por
mucho que se empeñen en decirnos que nos va mejor, y Emilio no ha cerrado por
vacaciones en los últimos ¿siete, ocho años?
En estas está, cuando se desmarca Cristina Cifuentes
diciendo que las vacaciones deberían ser voluntarias.
Dice Emilio, que no es que las vacaciones sean una conquista
social (que lo son), sino que son necesarias para el cuerpo y para el espíritu.
Y que él necesita cerrar como el comer, aunque si quiere comer no puede cerrar.
Le dice Jorge, que los autónomos, como él, al menos comen,
pero que hay otra gente a la que lo que le falta es el dinero para llenar el
carro de la compra.
Me aterra el pensamiento que me viene a la cabeza. Me
imagino a Cifuentes decir que el comer también debe ser voluntario, con lo que
se quita de un plumazo una seria preocupación para el gobierno.
Hay frases desafortunadas, desde luego. Y Cifuentes, la
progre del PP, protagoniza unas cuantas. Va a resultar que es más mugre que
progre.
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