Se ha disculpado el torero afirmando que no vio el aguilucho.
Mal si lo vio y lo paseó a conciencia.
Mal, si no lo vio y lo paseó (porque lo paseó) de forma inconsciente.
Veo yo dos aves en esta historia: un pájaro y un pajarraco, sin acertar a distinguir el uno del otro.
Estará contento alguno que yo me sé. Una vez más, se ha demostrado que el mundo del toreo está lleno de españoles y mucho españoles.
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