¡Qué pena esta prensa nuestra, desde la pública hasta A· Media, desde Prisa hasta Vocento...! Qué pena, esclavos todos del mismo amo. Manipuladores de verdades por exageraciones u omisiones; forjadores de mentiras por editoriales y repeticiones.
¡Qué pena ver que baluartes de otro tiempo se ha vendido al postor que más calienta!
¡Y qué asco!
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