Juraría que piensan y debaten cómo tapar sus vergüenzas, si no fuera porque creo que no las tienen. No tienen vergüenza, ni sentido del ridículo, ni ética, ni integridad.
Son jauría de carroña, presos de sillones que no se merecen, (presuntos) delincuentes amparados por la ley que ellos mismos crean.
Vienen a ser deshecho de la honradez, rapiña de lo público, reos de la codicia.
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