Siempre me han llamado la atención las caceroladas: salir a la calle, pote y cuchara en mano, y golpear el uno con la otra con idea de crear ruido.
Termino de ver imágenes de centenares de personas recibiendo de esa guisa a Felipe VI. También lo vi en alguna de las concentraciones de pensionistas el otro día. Y es que, la protesta se hace de esa guisa, porque no hay para guiso. Vamos, porque nos hacen pasar hambre. Hambre real y hambre de Justicia, de igualdad, de libertad.
Clonc, clonc, clonc... ¡Me uno a las protestas!
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