Oye, que mejor o peor, nos vendieron la idea del bienestar, y la compramos. ¡Ah, y la pagamos, también!
Oye, que peor que mejor, nos robaron el bienestar que habíamos comprado. Y nos hicieron volver a pagarlo, aunque ya no lo teníamos.
Negocio redondo el de los vendedores de promesas. Negocio impecable el de los traficantes de votos.
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