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Desde niños venimos escuchando frases que, por repetitivas,
no nos hemos cuestionado nunca: “Hay que respetar las decisiones de los jueces”,
“La Justicia es inviolable” “El Poder Judicial es la tercera pata en nuestro
sistema democrático”… De esta manera, los jueces se garantizaron que la
democracia pasara a su lado, sin mirarles siquiera.
Ahora, el desatino de algunos trabajadores (los jueces son
trabajadores) nos lleva a cuestionarnos la rotundidad de tales afirmaciones.
Cierto que a los jueces les concedemos cierta preeminencia
social, y me surge la duda de si lógica o no. El juez no es más que un
funcionario al que atribuimos determinado papel. De ahí a elevarlo a la
categoría de semidios, va mucho. Sus decisiones, pueden ser cuestionadas dentro
(recursos) del poder judicial, pero deben poder ser discutidas también fuera de
la judicatura. Y sus cargos deben ser sometidos a examen al igual que lo son
los de otros funcionarios.
Una cosa es la Justicia y otra el Poder Judicial. El poder,
todo poder, debe emanar de la gente y a ella le corresponde gestionarlo sin
alquilar parcelas, sin que le roben pedacitos.
Así pues, reclamo más jueces y menos Poder Judicial.
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