Desayuno con la noticia de que la banca ha ganado más cobrándonos comisiones, de lo que se llevó robándonos con las preferentes.
Me da rabia.
Rabia, porque pienso que si sacásemos los ahorros de los bancos tradicionales, cambiarían sus políticas de cobro, abandonarían la usura y nos tratarían como a clientes, y no como a siervos.
Sueño. Pero me despierto. Somos tan pasotas, que preferimos seguir siendo esclavos del dinero, a buscar la utopía del deseo.
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