Pues nada, un año más, para celebrar que nació un niño pobre, nos pegaremos una buena cena, de esas de reventar a comer, a poner sonrisas (sinceras o no) y a discutir (o no) con la familia.
Después, arrastrados por intereses comerciales, para celebrar que nació un niño pobre, entregaremos regalos en los que nos habremos gastado hasta lo que no tenemos.
Incoherencia y falsa religiosidad, creo que lo llaman. Pero lo abrevian en una palabra: Navidad.
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