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En el bar de Emilio apenas se sirven desayunos… Salvo cuando
hay sanfermines. Entonces pone la pantalla grande y algunos parroquianos
madrugan para ver carreras y encierros a mayor tamaño del que le permiten sus
televisores caseros. Luego, rematan la jornada con la retransmisión de la
corrida vespertina.
Yo no acierto a entenderlo. Gente sensible (algunos),
agradable (algunos), empática (algunos) disfrutando con el sufrimiento de un
animal. Gente que no aceptaría ver sufrir a un perro, jaleando que se hiera con
un a lanza a un toro (ya, ya sé que se llama vara y no lanza); disfrutando
cuando le clavan arpones (ya, ya sé que son banderillas); y alegrándose de que
le metan una espada hasta la bola (estoque, sí, estoque).
Gentes que aplauden la sangre, el dolor del animal. Gentes
que jalean la tortura, la extenuación, la muerte.
A mí sólo me entran ganas de gritar ¡Vivan los toros de
sanfermín! Y que vivan en libertad y alejados de tanto torturador como puede
verse en estos días.
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