No deja de tener su guasa: el futuro de los españoles lo deciden alguien a quien nadie ha votado, y el que más votos obtuve, pero que ignora la voluntad de quienes les votaron.
Suerte que en Zarzuela las ventanas están bien insonorizadas y no tendrán que escuchar aquella lejana consigna de "¡Con Rivera, no!"
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