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Hagamos un ejercicio de imaginación -sugiero a Emilio, el camarero, negacionista de eso que llamamos violencia de género-. Supongamos -le digo- que hubiesen muerto diez personas por coronavirus en España. ¿Qué grado de alarma social habría? ¿Cuántas voces se alzarían pidiendo investigación, presupuesto, avances…?
¿Alguien defendería que se tratara como una enfermedad más, que no se aplicaran medidas especiales?
Con la violencia contra las mujeres, una extrema derecha, que sólo sirve para agrandar el problema, defiende que el fenómeno no existe, que debe tratarse igual que otras muertes producidas en el entorno familiar. Como si el coronavirus fuese una gripe más, como si no existiese una particularidad.
Se necesitan voces que se alcen contra los Emilios, contra los que niegan que diez mujeres asesinadas, en cuarenta días, es algo a tener muy en cuenta, a combatirlo, a dedicarle fondos, recursos, esfuerzos y contundencia.
Lo demás, es ayudar a que se perpetúen el horror y la muerte.
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