Despertamos con la noticia de que el Papa Francisco regulariza que las mujeres puedan leer textos en misa y ayudar a dar la comunión. Gran avance este en pro de los derechos de la mujer, que siguen sin poder acceder al sacerdocio (ni a los altos cargos), que están relegadas en los conventos, que continúan en un segundo plano impuesto bajo la excusa de un Dios al que llaman pura sabiduría y bondad.
Mientras tanto, nuestras leyes lo siguen consintiendo, no vayan a llevarle la contraria a no sé muy bien qué sentimiento religioso caduco, trasnochado, enormemente machista y (objetivamente) digno de ser ilegalizado.
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