Se mueren en invierno, claro. Y en primavera, de pena... O en verano, de enfermedades... O en otoño, de soledad... Se mueren, porque no les otorgamos sus derechos: el de la vivienda, el del trabajo, el de la sanidad. Se mueren, porque les convertimos en invisibles. Porque somos egoístas. Porque la pasividad nos acompaña.
Se mueren... Y no nos importa. Sólo son un titular más en las noticias.
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