No sé si yo tendría alguna prisa, oye. Que en ese plazo, mientras me renuevan o no, el Presidente del Supremo cobra 142.000 €, y los vocales, 122.000. Que no está nada mal.
Mientras tanto, se permiten el lujo de no dimitir y dar lecciones de ética.
Como dice el refrán, "en casa del herrero, cuchillo de palo".
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