Erase, que las gentes de bien pensaban que era moda pasajera y que, antes o después, se aproximarían los unos a los otros.
Erase que los ricos urdieron un plan para que jamás fuera así, mientras los pobres, ignorantes, siguieron soñando con un mundo sin tantas diferencias.
Erase una conclusión inevitable: cuanto menos rico, más ingenuo; cuanto más ingenuo, más tonto. Y así sigue yéndonos.
El mejor hasta ahora.
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