Que el dinero no puede comprarlo todo es algo que sabemos desde hace años. Por mucho dinero que ha invertido, la Banca Privada d'Andorra no ha sido capaz de comprar honradez.
Ni genio, ni figura. Ojalá sí la sepultura... de un sistema inútil que ampara a los tramposos y a los demás nos anula como personas y como ciudadanos.
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