Érase una vez un Rey que perdió el norte.
Aseguró que hablaría en nombre de todos los ciudadanos, pero le traicionaron sus ideas.
Habló de diálogo para resolver los problemas independentistas, pero diálogo siempre dentro de la"legalidad" actual, sin posibilidad de cambiarla.
Habló de cerrar heridas o no abrir las cerradas, olvidando el dolor que sufren quienes siguen teniendo familiares enterrados en las cunetas, o cuando ven símbolos del régimen que asesinó a los suyos, algo por lo que nadie ha pagado.
Habló de la esperanza y la ilusión que han de tener los menos favorecidos, porque los que más tienen están saliendo ya de la crisis, una crisis a la que llamaba crisis, y no estafa.
Le faltó una cosa, leer la firma de quien había escrito su discurso. Entoncds sabríamos que el negro de Felipe se llama Mariano. Más honesto habría sido.
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