Con los ojos cerrados pasamos a su lado, los invisibles, las víctimas.
Con nuestras bolsas llenas de comida para cenas, de regalos para dejarlos al pie del árbol o junto alos zapatos, pasamos a su lado.
Con la conciencia alejada de cuanto les hacen, pasamos a su lado. Y disfrutamos el discurso del Rey, y escuchamos las palabras de don Mariano que, como un patriarca mafioso, ampara y reconoce la pobreza como algo necesario.
Asco me dan reyes y presidentes en este caso. Asco. Sobre todo, asco.
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