Cuando se acabó el sueldo, socorrió la hucha.
Menguada la hucha, fue el turno de la privación.
A la privación siguió la renuncia.
Parece que no les importa.
No les importamos nada.
("No hay mal que por bien no venga", apostillan los conformistas.)
Un blog realmente interesante. Enhorabuena
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