Se nos llena la boca de derechos cuando nos declaramos Charlie, mientras condenamos a muerte a los que tratan de entrar por el sur de España.
Nos hiere la sangre cuando vemos destruir museos, mientras agonizan nuestras bibliotecas y nuestra escuela pública no cubre bajas laborales ni renueva personal.
Se nos llenan las entrañas de hipocresía porque criticamos al ajeno y queremos hacer la vista gorda frente a la viga que ciega nuestro ojo.
Wertgüenza debería darnos.
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