domingo, 3 de febrero de 2019

Capítulo 2.647. ¡Las Ferias del Libro, en la Plaza Mayor!

Artícuylo y chiste para https://salamancartvaldia.es/

Charlo con Emilio, el camarero. Me dice que no ve bien que las Ferias del Libro se pongan en la Plaza Mayor. Me espeta que se priva a los turistas de ver el monumento por excelencia, que no pueden hacerse selfies y que se van frustrados de la ciudad.
Me río con desgana. Emilio, como otros, debe pensar que la Plaza se cierra esos días al acceso de los turistas y no es así. Sencillamente cambia su fisonomía y su centro se ocupa con casetas limpias, decorosas, modernas, llenas de libros. Pero la Plaza puede verse igual, puede transitarse igual. Por parte de los turistas y por cualquier salmantino.
Le digo que menosprecia la ciudad. Que nadie viaja a Salamanca sólo por ver la Plaza Mayor, que siguen estando ahí, aguardando el selfie correspondiente, la rana, el astronauta, las conchas y todas las piedras doradas que construyen otros edificios maravillosos. Y que se cuentan por docenas los monumentos que conforman el atractivo de la ciudad.
Me habla de la economía, del turismo, de la hostelería. Le respondo que hay que otras economías que proteger: la de los libreros, los editores, los autores, los ilustradores, los fotógrafos… La de los periodistas, que tienen motivo de múltiples reportajes… la de los turistas que vienen a Salamanca atraídos por una Feria en la que encuentran algo más que ranas y piedras.
También le digo que menosprecia a los turistas, que quien quiere, encuentra la foto, porque estamos acostumbrados a retratarnos en los lugares más extraños, con las poses más bizarras y que a lo mejor así obtienen un recuerdo más personal, con mayor alma, de su paso por la Plaza Mayor de Salamanca.
En el colmo de la ignorancia, me dice que quien quiera hacer negocios, que se vaya de la Plaza. Me pregunto si querrá echar a todos los empresarios que en ella tienen su sede, o si sabrá que durante años la Plaza fue el punto de reunión de ganaderos para cerrar sus tratos. Nuestra Plaza fue, desde antiguo, epicentro de negociantes, de vendedores, de tratantes, de ganaderos… Y yo sigo sin ver por qué no lo puede ser de lectores y libros.
Otro día, le prometo, le contaré cosas del pasado de nuestra Plaza, de cuando estaba viva, como viva debe seguir estando, de cuando no era rehén de La Gaceta y de celulares con cámara fotográfica incorporada. Apuro mi vaso de vino y me voy a pasear por la Plaza Mayor antes de que algunos la conviertan en cementerio de recuerdos.

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