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Adiós, Juan Carlos, adiós.
Se va el monarca, dicen, entre sombras. Y yo sólo acierto a
ver una. Alargada, contumaz, pegajosa.
Algunos, dicen, ven la sombra del 23-F. Yo veo la de su
mentor, y, por consiguiente, protagonista indirecto del 23-F.
Otros quieren ver la del corrupto comisionista, la del que
llegó pobre y acumula, según cuentan, una fortuna de dos millones de euros. La
del que se queda un porcentaje por cada barril de petróleo que entra en España (dicen).
Digo yo que es la misma sombra, que Franco también llegó pobre al poder y
acumuló riquezas y bienes.
Otros, cuentan, ven la sombra de su vida privada, su ademán
de machista y mujeriego. Yo creo que eso no es sombra, sino herencia.
Sé que no le echaré de menos, que no me parece trigo limpio,
que no le quiero a mi lado. Claro que, me temo, todo eso lo da el oficio.
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