martes, 1 de mayo de 2012

Capítulo CXL. Excusas. De cómo defienden masacrar a los toros, amparándose en que, de no existir "su fiesta", la raza se habría extinguido. Y de cuánta mentira esconde tal argumento, como propugnan osos, linces, lobos y ciervos, que no son toreados, rejoneados o alanceados por estúpido divertimento.

¡Cómo les gusta repetir
que sin la fiesta de los toros la especie se habría extinguido!
Y lo dicen tapándose los ojos para no ver osos, linces o lobos a su lado.
A los osos, no los osean.
A los lobos, no los lobean.
A los linces, no los lincean.
A los toros (¡Ay, qué pena!), los torean.

¡Cómo me duele la incultura de llamar cultura a la tortura!

De no ser por el hombre,
el hombre se habría extinguido.
Y no por eso hacemos festejos
con su tortura y muerte.
(¡Qué mal ejemplo he buscado! El hombre
desde siempre ha hecho espectáculo de la muerte.)



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