domingo, 3 de noviembre de 2013

Capítulo 798. "Tierra a la vista"

Segunda colaboración con la publicación Salamancartv.com

Tierra a la vista.

Reconozco que la otra tarde tenía yo el ánimo para pocas. Después de varios días sin ordenador, se me ha acumulado el trabajo de oficina, que es el que más odio. Antes de hincarle el diente a facturas, presupuestos y contratos, me acerqué a tomar un vino.
Emilio, el camarero, lucía una sonrisa radiante. En el Congreso, Rajoy ha anunciado que “no remamos sin horizonte”, que “la tierra está a la vista”. Ya no se conforma con brotes verdes o luces que destellan al final del túnel. Ahora, cual Rodrigo de Triana, ve tierra a lo lejos. Y, emulando a Colón, dice que nos conduce en singladura sin igual hacia paraísos (fiscales para algunos) repletos de oro (para algunos) y que pronto alcanzaremos las aguas mansas (la mansedumbre la reserva para los que no gozamos de oro, ni de paraísos).
No tenía yo el cuerpo para bromas, así que me abstuve de decirle que es cierto, que los españoles vemos tierra…
  • Tierra, en las uñas ennegrecidas de miles de personas que escarban en busca de alimento en los contenedores de basura.
  • Tierra, en las tumbas de los desahuciados que reposan en el camposanto después de saltar desde las ventanas del piso que les roba el banco.
  • Tierra en los riñones de nuestros abuelos que han abandonado una medicación imprescindible para ellos, porque una absurda reducción de las pensiones y un copago farmacéutico abusivo les impiden continuar con la diaria ingesta de pastillas.
  • Tierra, por no decir piedras, en el alma de los parados que sueñan con abandonar, algún día, las listas del desempleo y que ven cómo su sueño se torna en pesadilla.

No, definitivamente no tenía yo ánimo para decirle a Emilio que la tierra que ve Rajoy es estiércol, como basura son sus mentiras.
Apuré de un trago el culo de vino que me reservaba el vaso, y que se había agriado a con tales pensamientos. Dejé sobre la barra un billete de cinco euros y, mientras esperaba la vuelta, escuché cómo Alberto, uno de los parroquianos, comentaba “¿Tierra? ¡Rajoy lo que ve es la pedrada que tiene en la cabeza!” Las discusiones y las voces habían empezado. Emilio, con ganas de jarana, miró hacía donde yo estaba y me sugirió, con la cabeza, que me uniese a la trifulca. Le mostré el billete invitándole a que me cobrara y volví a corroerme en el mundo de las cuentas pendientes, más escasas desde que la cultura está penalizada con el 21% de IVA.
No se rindió Emilio porque, sin insistir de palabra, para hacer fuerza y verme participando en la tertulia de taberna, rellenó mi vaso mientras me guiñaba un ojo, miraba al corro de conversadores y apostillaba “¡La casa invita!
Piqué.
Con el ánimo desahogado tras la disputa, las cuentas me supieron menos amargas y una extraña sensación de bienestar me invadió al saber que mi problema (todavía) no es buscar comida, sino hacer facturas.

2 comentarios:

  1. Ganas tenía yo de leer una parrafada como ésta, que no tiene desperdicio. ¿Qué ve tierra y se cree que el mérito es suyo? mérito es de todos esos que mencionas en tu entrada, de los que sobrevivimos con muy poco, de los abuelos de se encargan de criar a sus nietos, de los maestros que compran el almuerzo de sus alumnos, de los vecinos que echan una mano... Y lo peor de todo es que lo dice y se lo cree.

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    1. Los héroes están en la calle. Los antihéroes, en la Moncloa. Grrrrrrrrrrrrrrrr.

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