domingo, 24 de noviembre de 2013

Capítulo 820. "La luz al final del túnel"

Quinta entrega de "La casa invita" colaboraciones semanales para la publicación www.salamancartv.com 

La luz al final del túnel.

Los primeros fríos se cuelan delictivamente en mi casa y, a falta de joyas o dinero, me roban lo mejor que tengo: la salud. Son testigos de su infamia envases vacíos de aspirinas, pañuelos húmedos ocupando la tribuna del cubo de basura, somnolencia, malestar y cama.

No voy al bar. Emilio me pondrá falta. Tapado con una manta, a pesar de la calefacción, ojeo algunas notas de las tertulias espontáneas que montamos al abrigo de un chato de vino y una tapa de callos. Tengo dos páginas dedicadas a la luz del túnel, esa extraña luz que sólo ven los miembros del gobierno y que ha protagonizado nuestras conversaciones muchos días.

Nadie sabe dónde está. Nadie sabe si la conquistaremos. Nadie sabe definirla… Pero constantemente hablan de ella.

Dice Mario que son las luces que se le escapan a los miembros del gobierno. Esas que hacen que presidente, vices o ministros, estén tan faltos de talento. ¡Claro, -apostilla- han perdido todas sus luces!

Asegura Nekane, que se trata de la luz de los muertos: la que ven los que regresan a este mundo tras pisar el umbral del más allá. Y no le falta razón, que las gentes fallecen de la enfermedad del desahucio, agonizan con el mal del paro y sufren hasta fenecer de dolencias de pobreza extrema.

Emilio, el camarero, nos explica que es una forma de hablar, que significa que estamos saliendo de la crisis. Nosotros, que ya sabemos a lo que se refiere Rajoy, nos hacemos los tontos y le preguntamos si los que van en mercedes, como corren más, alcanzarán las luces antes que los que vamos en modesto utilitario, los que viajan en bicicleta o cuantos, a falta de otras posibilidades, se desplazan a pie.

Aurora, incisiva, afirma que es el destello de la bola de cristal que usa Montoro para leer nuestro futuro, adivinación que tiene la misma validez que las palabras de tantos charlatanes como copan las pantallas de televisión y estafan a cuatro incautos prediciéndoles un futuro que no es verosímil, ni contiene realidad. Emilio la llama pesimista y augura que con personas así de negativas España jamás prosperará.

Alguien a quien no conozco, dice entre dientes que la luz es la señal de peligro que anuncia obras en la carretera y nos cuenta que España lleva años en obras. Lo peor, añade, es que están construyendo una rotonda sin salidas, que nos hará girar y girar sin llevarnos a ningún sitio. Me gusta su comparación y la subrayo en mi cuaderno.

Yo sé que la luz no es más que lámpara de baja intensidad, como las de los adornos navideños o los arcos que invitan a diversión durante las fiestas. Es luz que sólo decora. Es boato, es mentira. Es una promesa electoral menospreciada que se escapó del programa y busca acomodo en la esperanza de los desesperanzados.

Preparo una infusión muy caliente a base de tomillo, limón y miel de romero. Sus vapores me despejan. Pienso cuántas infusiones deberá tomar nuestra economía para salir del estado cataléptico en el que se encuentra.


No hay comentarios:

Publicar un comentario