domingo, 29 de junio de 2014

Capítulo 1.063. "Casa Real de Su Alteza la Infanta"

Artículo y chiste publicado en http://salamancartvaldia.es/
Imputada y rescatada.

¡Las risas que nos echamos el otro día en el bar!

Decía Emilio, el camarero, mucho más cercano a Maruhenda que a Madina, que no entendemos nada, que el matrimonio Urdangarín-Borbón tenía razón al hacer lo que hizo y nos explicaba que una Ana Sanz Pérez, por poner un ejemplo, tendrá siempre menos gastos que Su Alteza Real doña Cristina Federica Victoria Antonia de la Santísima Trinidad de Borbón y Grecia. Y añadía, sin que pudiésemos llevarle la contraria “¿Os imagináis la cantidad de bolígrafos extras que tuvo que gastar la pobre niña sólo escribiendo su nombre? ¿Os dais cuenta de la cantidad de tinta de ordenador que chupa la impresora sólo al reproducir su nombre? ¡Arruinada tiene que estar la familia! ¡Arruinada!

Replicaba Aurora que es cierto que los del pueblo llano no podemos entender los problemas de esa gente que vive en las alturas y nos invitaba a imaginar a la Reina doña Sofía Margarita Victoria Federica Glucksburgo llamando a merendar a sus hijos:
¡Elena María Isabel Dominica de Silos de Borbón y Grecia, a merendar! ¡Felipe Juan Pablo Alfonso de Todos los Santos de Borbón y Grecia, a merendar!
Pobre familia, qué extra de capacidad pulmonar. Qué esfuerzo de expulsión de aire para gritar… Y eso suponiendo que no les diga en qué consiste el menú:
¡Elena María Isabel Dominica de Silos, Cristina Federica Victoria Antonia de la Santísima Trinidad, Felipe Juan Pablo Alfonso de Todos los Santos de Borbón y Grecia, venid ahora mismo a degustar vuestros canapés glaseados, con caviar de beluga; fajitas de secreto ibérico con pimiento y jalapeño; y Domes truffle ice!
No, no es de extrañar que necesiten un dinero extra. No es inmoral que se busquen la vida, al amparo del nombre de papá (o papá político) para remediar la injusticia que lleva aparejada una vida tan dura y traicionera. Es de justicia. De absoluta justicia.”

Emilio nos puso una ronda. No brindamos por gente con nombres tan excelsos porque, al acabar de pronunciarlos tendríamos tanta sed que apuraríamos los vasos de un solo trago y tendríamos que andar robando para poder pagar la siguiente ronda.

No sabéis lo aliviado que me sentí al ser un sencillo Saldaña Fernández.



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