miércoles, 25 de enero de 2012

Capítulo XXXII. Sordos. Del doloso y egoísta olvido que padecemos cuando se trata de mirar a los demás, o de cómo nos conformamos con nuestros ombligos, ignorando que otros se conformarían con la mitad de lo que poseen los que menos tienen aquí.

Al amparo de la crisis nos miramos y compadecemos.
Al amparo de la crisis, olvidamos otros mundos y otras realidades.
Al amparo de la crisis santificamos nuestro egoísmo y ponderamos nuestra miseria.
Es ésta una dura crisis, que nos hace ciegos e insensibles. Ciegos, para no ver lo que no nos apetece. insensibles, para no escuchar el grito que debiera taladrar nuestros oídos.

Y, sin embargo, este mundo de hambre y muerte, existe.

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