Enrocado en su disfraz de "le toca a los demás", trata de pasar inadvertido por el hecho de que nadie le quiere, nadie se fía de él, nadie la apoya.
El mira, sonríe y espera, como siempre.
Otras veces le ha funcionado. Él apuesta a que esta vez también saldrá triunfador. Y puede que no le falte razón.
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