Lo primero que pensé fue arrojar la toalla. Dejar de pelear. Abandonar posiciones. Si la gente quiere vivir así, que viva.
Ahora, con el ánimo más repuesto del susto, digo que no, que no me rindo, que seguiré luchando a favor de que no haya corruptos, a favor de recuperar las libertades perdidas, a favor de que la gente pueda vivir dignamente y cobre salarios razonables.
A favor de lo que representa no ser votante del PP, ni seguir sus dictados que nos llevan al fracaso social.
Sí, con muchas ganas. Sí, con mucha fuerza. Sí, porque podemos hacer que las cosas cambien.
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