viernes, 23 de marzo de 2012

Capítulo LXXXIII. Apariencia de transparencia. Donde se narra cómo juegan con las palabras y con sus intereses, y cómo prometen aquello que deseamos oír, aunque el cumplimiento esté tan supeditado a sus voluntades, que ni en media parte habrá de cumplirse. Y de cómo lloramos los ciudadanos mientras ellos se deshacen en risas.

¡Uuuhhhhh! -Dijeron-. Y los ciudadanos se lo creyeron
Quizás algún día sus voluntades sean creíbles.
Tal vez, en alguna ocasión, soñemos con que es cierto lo que nos dicen.
De momento hacen más trampas que leyes, y, ya se sabe, quien hace la trampa, hace la ley.
¿O era a la inversa?
Lo mismo da, que da lo mismo.

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