A Ignacio González le ha visitado la inspiración.
Debe haberle venido en forma de retortijón
y más que parir una idea, la ha cagado.
Quiere cargarse el derecho de huelga.
Le estorba, le molesta.
Si todos nos cargásemos todo lo que no nos gusta,
pobre Ignacio González, pobre Rajoy, pobre gobierno entero.
Menos mal que nuestra sociedad juega con otras reglas.