Cada vez más largas. Gentes que no se miran, que agachan la
cabeza y concentran su vergüenza en el suelo. Personas con el rostro oculto
detrás de la mascarilla. Familias que jamás pensaron que tuvieran que vivir de
una caridad desatada por el fracaso social, por la diferencia económica, por el
egoísmo máximo y la mano blanda que impido cobrar más a quien más tiene.
Cada vez más largas las sombras de un sistema que nos
humilla, que nos doblega, que nos dobla la frente, que, como ayer, hace que
siga siendo impotentemente mansa.
Asco de sociedad. Y asco del huracán, de los yugos, de las
trabas y de las jaulas.