Ha muerto un hombre. Sólo un hombre. Mediocre, en mi entender. Negativo, en mi cómputo de valores.
Ha muerto el mejor golpeador de balones (dicen).
El mundo conmocionado y yo, avergonzado.
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Así, como suena.
Charlábamos sobre la Navidad, las reuniones en familia, la
cena de Nochebuena… ¡La imposibilidad (me decían) de que se separen las
familias por la decisión de cuatro políticos… Y la ridiculez de limitar a seis
el número de comensales en las fiestas señaladas: ¿A quién dejamos fuera?
Yo decía que el virus no se rige por calendario, que no
entiende de fechas en rojo, ni de brindis, ni de exceso de alcohol en los
sentimientos. Y del peligro que puede suponer desandar lo parcheado (que ha
sido más parche que camino).
¡Eres un agorero!, me dijeron. Piensas en la tercera ola sin
tener la certeza de que vaya a llegar.
Tienen razón, afirmo con certeza. Y completo: el problema no
es que yo piense, sino que algunos no piensan. Sencillamente, no piensan. Ya
hemos demostrado que la prudencia no es lo nuestro, ni la contención, ni el
sentido común… Pero no me hagáis mucho caso: ya sabéis que soy un agorero.
De lo contrario, demostrarán (una vez más), que lo suyo no es más que hipocresía, repetición de mantras que no comparten y manipulación sobre cuatro bienintencionados que no se detienen a ver lo que sucede.
Aires nuevos, hacen falta. Purificados. Limpios.
Todo vale. Todo les vale.
Mientras tanto la gente, anestesiada, sigue sin dudarlo a la mentira. Es el "todo vale" en el monopolio de los mentirosos, de los engañabobos, de los farsantes que, a falta de argumentos, se abrazan al engaño.
Prometieron humanidad, y quisimos creerles. Prometieron
solidaridad, y aceptamos creerles. Prometieron que no harían lo mismo que hacen
aquellos a los que criticaban, y aceptamos que así sería.
No. Así, no.
En campamentos de lona, no. Hacinados como tapón, no.
Tratados como escoria, no.
Si esta va a ser le política de la izquierda, que vuelva la
derecha. Al menos con ellos no me llevo decepciones.
Miedo me da que se creen gigantes en el lado de los ricos, porque jamás nos fue bien a los pobres cuando ellos han sido más fuertes.
Miedo me da pensar en los reajustes, las oficinas cerradas, los empelados despedidos... Y, sobre todo, el silencio de los de abajo. Como siempre. Callados, humillados...
Miedo. Debería darnos mucho miedo.
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Es curioso el nombre que le ponen a las cosas. Resulta que
hay trabajos que no son esenciales… Y se pregunta uno: no esenciales, ¿para
quién? Quienes comen de ese salario, lo tienen por esencial, como esencial es
comer. Quienes viven de esa soldada, la tienen por esencial, como esencial es
vivir.
La ambigüedad del vocabulario es cruel… Salvo que la
crueldad no resida en el idioma, sino en los que dicen que un sueldo es
esencial o no lo es.
Que se cansa uno.
Llora la madre sin que el consuelo pueda consolarla.
Ríe la muerte que cobra en dólares, en euros, en monedas que sólo sirven como pago a Caronte.
La conciencia ha muerto y con ella la libertad y la justicia.
¡Ay!, que prometen transparencia y nos dan silencio. Que prometen escuchar, y no nos preguntan para no oírnos.
Más, más, más más... De lo mismo.
Y, ya puestos a hacer declaración de sapiencia y pareceres... Ya sé que no cambiará nada (salvo las formas); que los amos seguirán siendo los amos; que los ricos continuarán siendo más ricos; que un Demócrata no es garantía de cumplimiento de derechos humanos, ni de respeto a las libertades, ni de... Y, por si alguien no lo entiende, ahí están Obama y Guantánamo.
Acabo, que hoy el comentario nace con sobrepeso. El resultado de estas elecciones ha sido: Dólar 190 - Dólar 114. Así dicho, me suena más honesto.
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Dicen que es bueno sentirse orgulloso de ser español. Dicen
que hay que apoyar a la monarquía y a sus monarcas.
Orgulloso, me sentiría si se encarcelara a los delincuentes,
sin mirar su cuna. Si se juzgase a quienes vulneran la ley, sin tener en cuenta
su linaje. Orgulloso, si todos fuésemos iguales en tratamiento, derechos y
oportunidades.
Mientras tanto, el orgullo lo dejaré para cosas más serias
que defender una corona anacrónica o un país que mira al otro lado en lugar de
intentar que prevalezca la justicia.
No, mañana tampoco gritaré ¡Viva el Rey!
No es normal, no, que no se hayan fiscalizado nunca las cuentas de la Corona. No es normal, no, que una inviolabilidad mal entendida, otorgue carta blanca a quien tan poca ética ha demostrado tener. No es normal, no, el consentimiento de políticos, de magistrados, de todos los estamentos que miraron, y siguen mirando, a otro lado.
Nada nuevo.
Ahora que les da por salir a la calle, ahora que rompen, alteran y culpan a los demás, es bueno que empecemos a llamar a las cosas por su nombre, es bueno que les conozcamos, que sepamos qué y quiénes son. |
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Hay dos tipos de basura: la que acaba en los contenedores y
en la que rebusca cada vez más gente para comer lo que otros tiran, y la gente que
genera que esta situación sea cada día más cotidiana.
Hay dos tipos de basura: la de los desperdicios y la inmundicia,
y la de la gente que mantiene una sociedad de ricos y pobres.
Hay dos tipos de basura: una artificial u orgánica. La otra,
la humana más deshumanizada.
