Hay atentados de primera y atentados de segunda.
Hay víctimas de atentados que suben al cielo en preferente y otros que viajan en turista.
Sólo unos días después de los atentados de París, en un mercado de Nigeria perdían la vida 32 personas (quizás más, ningún medio de comunicación ha hecho el seguimiento) y otras 80 resultaban heridas.
Los descerebrados de Boko Haram hicieron estallar una bomba de esas que mata gente, pero aquí no causa pánico. De esas que siega vidas, pero aquí no mueve a declarar el luto oficial. De esas que dejan ver la hipocresía de un mundo absurdo que se deja llevar por vecindades, por igualdades en cuanto a riqueza, por demagogias.
Maldigo a los asesinos y reniego de esta sociedad estúpida que mide a los hombres con varas diferentes. Varas que no cuentan en centímetros, sino en dólares.
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