Fuera del chiste y la gracia tonta, así nos va en España, con personajes de tal catadura como para preferir a delincuentes al mando de las instituciones antes que a hombres cuya honradez no ha sido discutida.
Lo absurdo es que los entrevisten en televisión o que les cedan un espacio en la prensa escrita. A estos sujetos había que relegarles al olvido, condenarles al anonimato, sancionarles con la mayor indiferencia.
Señor Bustos, se ha lucido usted.
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